domingo, 10 de noviembre de 2013

La química del pelo


Lo que hay detrás de la apariencia
La fabricación y venta de cosméticos es uno de los negocios más redituables a nivel mundial. Cada año se gastan alrededor de setenta mil millones de dólares en productos de belleza. De esta cifra casi la mitad está destinada a cambiar la apariencia del pelo.
Desde la antigüedad los seres humanos hemos experimentado con el cabello: los asirios y los romanos, por ejemplo, lo rizaban con fierros calientes. Los egipcios usaban pesadas pelucas negras, y se han encontrado vestigios de henna en el cabello de algunas momias. Ese pigmento vegetal que se extrae de la planta de henna se sigue utilizando no sólo para teñir el pelo, sino también para estampar tatuajes temporales en la piel.
Más allá de la raíz
El pelo es una característica distintiva de los mamíferos —aun los delfines poseen unos cuantos de ellos debajo del hocico— y en muchos funciona como aislante; permite conservar el calor del cuerpo y lo protege de las radiaciones ultravioletas del Sol. En la mayoría de los mamíferos el pelo presenta mudas periódicas que se adaptan a los cambios climáticos; cada pelo crece por la acumulación de células muertas y proteínas, tarde o temprano se cae y es reemplazado por uno nuevo. Aunque en el ser humano las funciones vitales del pelo son casi nulas y predominan las de carácter psicológico y social, se conserva este ciclo. Al igual que las uñas, el pelo no tiene vida; está constituido por largas cadenas de proteínas, la más importante de las cuales es la queratina. Como todas las proteínas, la queratina está formada por la combinación de aminoácidos. En la queratina en particular predomina el aminoácido llamado cisteína, que posee un átomo de azufre. Las cadenas de queratina se acomodan de forma paralela, como los delgados hilos que forman un cable, y se mantienen unidas por medio de tres tipos de enlaces químicos:
• Puentes de hidrógeno, que se dan entre un átomo de hidrógeno y otro átomo muy electronegativo (que atrae fuertemente a los electrones), como el oxígeno.
• Puentes salinos entre un ácido y una base, que se dan por la atracción de dos sustancias con cargas eléctricas opuestas. • Puentes disulfuro: enlaces covalentes entre los átomos de azufre de las cadenas vecinas.
Aunque actualmente el análisis más común para determinar si una persona ha consumido algún tipo de droga continúa siendo el de orina, el análisis de muestras de cabello es cada vez más popular. Mientras que en las muestras de orina sólo se pueden detectar rastros de cocaína si ésta ha sido consumida hasta tres días antes de que se realice la prueba, en un mechón de pelo es posible determinar si la persona ha consumido esta droga hasta tres meses atrás. No obstante, en los Estados Unidos existen reservas para el uso de estas pruebas, ya que algunos estudios sugieren que sus resultados son más confiables en el caso de personas de origen africano que en las de origen caucásico. La causa de esta diferencia aún no se determina y la controversia continúa.


El pelo emerge de unos sacos microscópicos o folículos que se encuentran en la dermis o capa interna de la piel. Cada hebra de pelo está formada por dos secciones concéntricas: la cutícula es la capa externa, sirve como protección y está formada de células muertas que se sobreponen como las tejas en un techo; el córtex constituye la capa interna, ahí se encuentran los pigmentos que dan color al pelo y la mayor parte de la queratina que le da forma.
Los enlaces de hidrógeno y los puentes salinos son enlaces débiles y las moléculas de agua pueden romperlos de forma temporal; es por eso que para acomodar una cabellera rebelde o probar un nuevo peinado, tenemos que humedecer el pelo. Con la humedad los puentes de hidrógeno y salinos se separan, posteriormente, al eliminarse el agua por evaporación, dichos enlaces vuelven a formarse, pero entre secciones diferentes de las fibras que forman el pelo, manteniéndolo tal y como deseamos. En cambio, los enlaces entre los átomos de azufre de la queratina son más fuertes y no se rompen por la sola presencia del agua. De hecho, la ubicación de estos enlaces es lo que determina la forma natural de nuestro cabello. Si los enlaces se dan de forma paralela y las cadenas proteínicas se mantienen alineadas, tendremos el cabello lacio; si la unión entre azufres se da de forma diagonal, las fibras de queratina forman una especie de espiral y el cabello será rizado. La forma en que se enlazan los átomos de azufre en la queratina es determinada por la información contenida en nuestros genes.
El mejor champú
El sebo que secretan las glándulas sebáceas del cuero cabelludo es una sustancia grasosa que además de dar brillo a cada cabello, cubre su superficie o cutícula, evitando la pérdida de humedad interna. Sin embargo, el exceso de sebo atrae el polvo, lo que provoca que el pelo se vea sucio y opaco. El detergente de un buen champú, que actúa como agente limpiador, debe ser capaz de retirar el exceso de grasa dejando justo la necesaria para que el cabello no se deshidrate. Muchos anuncios de champús también destacan la importancia del pH (medida del grado de acidez o alcalinidad de una solución), pero ¿puede realmente el pH en el champú hacer que nuestro cabello esté más limpio, brillante y saludable? Si usamos en el cabello un champú ácido, con un pH menor que siete, tanto los enlaces de hidrógeno como los puentes salinos se rompen temporalmente, pero los enlaces disulfuro permanecen manteniendo la cutícula del pelo ordenada. Esto permite que la luz se refleje de manera uniforme y el pelo luzca brillante. Cuando el champú es ligeramente alcalino (pH de 8.5) los enlaces de azufre pueden romperse y la superficie externa del cabello se vuelve áspera. Esto impide que la luz se refleje uniformemente en ella; entonces el cabello se ve opaco. El uso frecuente de un champú alcalino causa daños por el continuo rompimiento de los puentes disulfuro y es la causa de las puntas separadas u orzuela.
Con un pH de 12 (sumamente alcalino) todo tipo de enlace se rompe y el cabello ¡se disuelve! Ésta es la base del funcionamiento de algunas cremas depiladoras que se encuentran en el mercado. El cabello tiene su resistencia máxima y luce más brillante a un pH de entre 4 y 6; he ahí el truco de las abuelas, que recomendaban el uso de limón o jitomate para acomodar el cabello y que éste se viera brillante, ya que ambos son un poco ácidos. El detergente contenido en la mayor parte de los champús deja el pelo ligeramente alcalino, por lo que se recomienda el uso de enjuagues y acondicionadores, productos que contienen ácidos débiles que permiten restablecer el pH del pelo a su intervalo normal, además de aceites que evitan la deshidratación y proporcionan mayor brillo.
¿Ondulado o lacio?
Los enlaces de azufre entre las cadenas de queratina actúan como los peldaños de una escalera, manteniendo fija la estructura del cabello. El funcionamiento de los permanentes para rizar o alaciar el pelo se basa en la ruptura, la reorganización y la formación de nuevos enlaces disulfuro. La mayoría de los permanentes consiste en una loción rizadora o alaciadora y un agente neutralizador. La loción rizadora contiene hidróxido de amonio, que rompe la cutícula permitiendo que la solución penetre fácilmente, y tioglicolato de amonio, que rompe los enlaces disulfuro separando las cadenas de queratina. El desagradable y picante olor característico de los permanentes resulta de la combinación entre el olor del amoniaco y el olor a huevo podrido de los compuestos de azufre. Una vez separadas las cadenas proteicas, el pelo está listo para ser modificado: si lo que se quiere es rizarlo, se enrolla en los tubos de plástico para permanente, o se cepilla intensamente para alaciarlo. Una vez que la estructura del cabello se ha reorganizado es tiempo de revertir la reacción y formar otra vez los enlaces de azufre pero ahora en su nueva posición. Primero se retira el tioglicolato de amonio con agua y se aplica la solución neutralizadora, que no es otra cosa que peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), el cual vuelve a formar los enlaces disulfuro entre las cadenas de queratina. Finalmente el cabello se enjuaga y al secarse se restablecen los enlaces de hidrógeno y los puentes salinos. El pelo vuelve a ser fuerte, pero ahora tiene una apariencia muy diferente gracias a la nueva posición de sus enlaces disulfuro.

De colores...
El uso de extractos vegetales o de compuestos metálicos coloridos para teñir el pelo tiene su origen en las etapas más remotas de la historia. Aunque algunos de estos productos se siguen usando, la mayoría de los tintes actuales funcionan a través de las reacciones de compuestos complejos orgánicos u organometálicos. El cabello contiene dos pigmentos: la melanina, que es un pigmento oscuro responsable también de la coloración de la piel, y la feomelanina, pigmento café rojizo o amarillento. La cantidad de ambos determina el color del pelo y su ausencia produce cabellos grises o blancos. Para aclarar el cabello primero se degradan estos pigmentos, oxidándolos generalmente con peróxido de hidrógeno en solución acuosa y se les sustituye por uno sintético. Si lo que se desea es oscurecer el color del cabello entonces se aplica directamente el colorante, no hace falta decolorar primero.
Los productos que hoy en día se pueden encontrar en el mercado no sólo ofrecen una extensa gama de colores, también se puede elegir por cuánto tiempo se quiere esa nueva apariencia. Hay tintes que actúan lenta y gradualmente, produciendo tonalidades que van desde el amarillo hasta llegar al negro. Estos productos contienen acetato de plomo, que reacciona con los azufres de la cisteína formando sulfuro de plomo, un compuesto de color negro que se acumula poco a poco oscureciendo el cabello y desapareciendo las canas.
¿El antidopaje del futuro? 
Los tintes temporales usan pigmentos cuyas moléculas son tan grandes que no pueden penetrar la corteza del pelo y quedan adheridas solamente a la cutícula, donde permanecen hasta que se lava el cabello. Los tintes semipermanentes usan moléculas más pequeñas que pueden cruzar la cutícula y llegar libremente hasta la corteza del pelo, quedándose ahí sólo algunos días; por movilidad, estas moléculas pueden salir de la corteza del pelo y desaparecer después de varias lavadas.
Los tintes permanentes se incorporan al pelo en forma definitiva. En ellos se utilizan dos sustancias incoloras formadas por moléculas pequeñas; una vez que dichas sustancias penetran la corteza del pelo, reaccionan formando una sustancia colorida cuyas moléculas son suficientemente grandes comopara quedar atrapadas en forma permanente.
Aunque no se ha encontrado una relación directa entre el uso frecuente de tintes y productos de belleza con daños severos en el pelo o su caída, es importante revisar la reacción de nuestro organismo a los productos que se deseen aplicar. Cada persona reacciona de manera diferente; por eso en las etiquetas se recomienda observar la reacción del organismo y si ésta es adversa desechar el producto aunque se haya probado que es inocuo, pues siempre existe la posibilidad de que en algunas personas se presenten reacciones alérgicas o de otro tipo. Si la química nos permite mejorar nuestra imagen podemos probarlo, pero siempre con la información en la mano.
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Ana María Sosa Reyes es egresada de la carrera de química de la Facultad de Química de la UNAM y estudiante del doctorado en ciencias químicas en la misma institución. Es profesora de química en la licenciatura en dicha Facultad y de bachillerato en el colegio Green Hills.
Fuente: http://www.comoves.unam.mx/articulos/quimica_pelo/quimica_pelo3.html

viernes, 20 de septiembre de 2013

MEDIR PARA VIVIR


Nuestros sentidos son capaces de medir la composición de las sustancias específicas de un olor, longitud y el peso de los objetos. Cada especie tiene, en su forma de relacionarse con el entorno, una manera partículas de hacer mediciones.
El pez arquero caza desde el agua, lanzando un chorro de agua hasta una altura máxima de 2 metros a los insectos que están refugiados bajo las hojas de las plantas que crecen pegadas al río, pero lo interesante es que tiene que calcular con precisión donde caerá su presa. Debido al hecho que el agua tiene un índice de refracción mayor que el del aire, el pez ve a su presa
en una dirección demasiado empinada, un pequeño detalle que tiene que tomar en cuenta para disparar en el ángulo correcto.
El pez pescador de caña vive en aguas marinas profundas y tiene un órgano especializado que proyecta desde la parte superior de su cabeza y flota a manera de anzuelo, sobre su gran boca. En el interior de este órgano se encuentran un tipo de bacterias que se sienten atraídas a entrar a ese órgano y se reproducen alcanzando una densidad de población muy alta y empiezan a producir luz atrayendo peces que al acercarse se convierten en presa para el gran pez. Aquí el pez se beneficia de la presencia de la colonia de bacterias, al mismo tiempo que las bacterias aprovechan un medio rico en nutrientes. Las bacterias sin tener sistema nervioso, es decir, sin tener conciencia saben cuantificar, es decir, miden un número (el promedio de receptores ocupados) que equivalen directamente a la magnitud de su concentración, o densidad de población.
La libélula usa una técnica de retroalimentación que registra una y otra vez la posición de la mosca (presa) durante su persecución corrigiendo continuamente su orientación asegurándose que sean siempre las mismas celdas de sus ojos compuestos las que capten la imagen de su presa, reduciendo así cada vez más la distancia, esto demuestra que realiza mediciones notablemente precisas para alimentarse.
El mono mide la distancia intuyendo si lograra realizar el salto de una rama a otra.

En el caso de los seres humanos, la reacción del organismo se debe a una medición, haciendo una comparación a la que llamamos unidad, aunque no esta bien establecida y basta tener una imagen intuitiva de ella. El tamaño de la unidad debe ajustarse a la escala del objeto que se desea medir:
-La comparación es la acción básica de la medición.
-Requiere una unidad de medida conocida para realizar la comparación.
-El tamaño de la unidad debe ser del mismo orden de magnitud que lo que se desea medir.
Conclusión
Como sabemos medir es algo que hacemos continuamente en la vida cotidiana; lo hacemos cuando hablamos, oímos, tocamos, cuando cargamos algún objeto o a una simple reacción de nuestro organismo, sin embargo no es necesario tener conciencia para hacer estas mediciones, ya que lo hacemos intuitivamente, comparando con algo conocido, tomando de referencia lo que tenemos en nuestra memoria.
Estas unidades de medición no son constantes, dependen del tiempo y de las necesidades momentáneas del organismo del individuo ya que estas cambian de acuerdo a la evolución y variación de cada especie o individuo.
Markus Müller 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Desastres climáticos: tres obstáculos para hacer algo

Desde hace unos 50 años los científicos nos han estado advirtiendo acerca de los peligros de las transformaciones (causadas por los humanos) del clima terrestre. Pero en los recientes dos o tres años ha habido dos cambios importantes en esta situación. Primero, hay una serie de informes confiables -realizados por diferentes grupos científicos-, los cuales confirman que no sólo son reales estos peligros, sino que vienen ocurriendo a un ritmo mucho más apresurado de lo que los científicos creían hace cinco años. Como dijo recientemente la canciller Angela Merkel, de Alemania, "No faltan cinco minutos para la medianoche; son cinco minutos después de la medianoche".
El segundo cambio es el grado en que para la gente común se han hecho visibles estos cambios. Hubo un tsunami en el océano Indico. Hay un incremento en la frecuencia y ferocidad de los huracanes en el Caribe, que culminó en el notable desastre de Katrina. Las fotos del derretimiento de las zonas de hielo en el Artico circulan ampliamente en la prensa. Y este año los meteorólogos que en Londres han estado midiendo las temperaturas por más de tres siglos anunciaron que éste fue el invierno más cálido allí desde que comenzaron a medir. La contraparte del clima cálido en Europa son los tornados y otros desastres provocados por el viento en otras partes.
Entonces, ¿por qué se está haciendo tan poco? Es claro que no es por falta de conciencia del problema, por más que algunas personas traten de negar su existencia. No obstante, el grado en que los líderes políticos están dispuestos a hacer algo, y de hecho el grado en que existe presión del público para que hagan algo, es sorprendentemente bajo. Cuando hay una separación tan clara entre el conocimiento y la acción, debe haber obstáculos en la arena sociopolítica que expliquen esto. De hecho, existen tres obstáculos bastante poderosos en acción: los intereses de productores-empresarios, los de las naciones menos ricas y las actitudes de ustedes y yo. Cada uno de estos obstáculos es poderoso.
A los productores/empresarios les preocupa primero que nada obtener ganancias con sus actividades. Si uno les pide que internalicen costos que actualmente no tienen que pagar (el mejoramiento o limpieza de sus procesos de contaminación), esto afecta seriamente sus ganancias en dos formas. Primero, los fuerza a elevar sus precios, lo que puede ocasionar la eliminación de ciertos clientes suyos. Y si internalizan sus costos pero los competidores no lo hacen, pueden perder ventas que lograrán estos competidores.
Es por esto, como regla general, que las acciones voluntarias tienen poca posibilidad de funcionar, debido a que rara vez son unánimes. En este caso, los productores/empresarios virtuosos perderían ante los competidores. La solución sería la internalización obligatoria de costos ordenada por el gobierno. Aun si esto resolviera el problema del competidor nacional, deja abierto perder ante los competidores internacionales, así como el hecho de que, por arriba de cierto precio, hay disminución de la clientela.
El segundo problema es precisamente el de la competencia internacional. Los países más pobres buscan mejorar su capacidad de competencia en el mercado mundial. Una de las formas en que hacen esto es produciendo ciertos productos a un menor nivel de costos de tal modo que algunos artículos puedan ser comercializados a un nivel menor de precios. Si se ordenaran (digamos mediante algún tratado internacional) ciertos virajes en el proceso de producción (la reducción en el uso de carbón como fuente de energía), esto requeriría una costosa restructuración de las industrias en esos países, así como la pérdida potencial de su ventaja competitiva relativa a precios. Este es el argumento esgrimido actualmente por países muy grandes como China e India, pero también por naciones de Europa central y oriental como Polonia y República Checa.
Existe, por supuesto, una solución parcial a este problema. Es el financiamiento masivo de los costos de restructuración de las industrias de estos países por parte de las naciones que actualmente son ricas (Estados Unidos, Europa occidental). Pero dicha transferencia de riqueza -porque esto es lo que es- siempre ha sido impopular y cuenta con poco respaldo político en estos países más ricos. En cualquier caso, esto no afecta la pérdida potencial de la ventaja en los precios, tan importante para estos estados menos ricos.
Ustedes y yo constituimos el corazón del tercer obstáculo. Se le llama consumismo. A la gente siempre le ha gustado consumir. Pero en los pasados 50 años, el número de personas que podrían consumir más allá de cierto nivel mínimo de supervivencia se ha incrementado notablemente. Cuando llamamos a los individuos a consumir menos electricidad o potencia, o a consumir menos de los productos que requieren de estos insumos, estamos convocando a quienes ahora son consumidores a que cambien su estilo de vida, de modos significativos. Y en cuanto a aquellos que actualmente no son lo suficientemente ricos como para consumir de esa forma, uno los convoca a renunciar a la poderosa aspiración de tener acceso al consumo que históricamente se les ha negado.
Esto también puede ser resuelto. Las personas pueden reducarse unas a otras. La gente puede poner en el centro de su sistema de valores otras cosas que no impliquen consumo. Podemos todos aceptar la necesidad de lograr niveles de vida más igualitarios por todo el planeta, aun si para algunos esto tal vez signifique reducir sus propias ventajas.
Hace 50 años los científicos produjeron la primera evidencia de que consumir productos de tabaco tenía la consecuencia de una mayor probabilidad de contraer cáncer. Hacerlo encontró los mismos obstáculos que hoy implica hacer algo acerca de los riesgos climáticos. Después de 50, a escala mundial, la tasa de fumar ha disminuido considerablemente, en parte debido a que se fuerza a las compañías tabacaleras, mediante demandas legales, a rembolsar los costos sociales de sus acciones previas, en parte porque los individuos se reducan y porque los gobiernos ordenan restricciones a los locales donde está permitido fumar. Entonces es claro que algo puede hacerse.
Pero, ¿tenemos 50 años para hacerlo?
Immanuel Wallerstein

sábado, 7 de septiembre de 2013

TOXINA BOTULÍNICA, MODERNA FUENTE DE JUVENTUD

La ciencia médica conoció a la toxina botulínica como veneno letal, por lo cual fue motivo de estudio y paulatinamente aprovechada en tratamientos para mejorar la salud; no obstante, sin proponérselo, encontró su popularidad en la cosmetología, pues ha comprobado su eficacia para eliminar arrugas y líneas de expresión en el rostro.
La toxina botulínica es tal vez el veneno más potente que se conoce, ya que se requiere apenas 0.000001 gramo para matar a una persona. 
El daño se produce cuando ingresa al organismo la bacteria Clostridium botulinum, capaz de liberar la toxina que provoca una enfermedad llamada botulismo , que ataca al sistema nervioso y paraliza los músculos hasta llevar a la muerte por asfixia si la persona afectada no es tratada a tiempo. 
El consumo de alimentos contaminados es la forma más común en que inicia esta intoxicación, principalmente por alimentos enlatados cuyo envase ha sido afectado o si su fecha de caducidad se ha cumplido.
Aunque en menor grado, también se sabe que son causantes de botulismo los productos envasados de carne, pescado (principalmente ahumados) y frutas en conserva, de ahí la importancia de evitar el consumo del contenido de frascos fermentados o de latas que se encuentren hinchadas o con alguna deformidad, así como las que manifiesten expulsión de gas al abrir los envases. Los médicos recomiendan que además de seguir las precauciones señaladas, se refrigeren los alimentos recién cocidos en regiones de altas temperaturas, pues el enfriamiento lento propicia la descomposición por bacterias. 
Estéticamente hablando, Tom  Cruise y Madona son dos de las luminarias del mundo del espectáculo que pueden dar cuenta del uso de la toxina del botulismo (botox), para eliminar arrugas. Su popularidad ha sido tal que se cuentan por miles quienes la buscan anualmente en todo el mundo. 
A grandes rasgos la aplicación es la siguiente: la sustancia se inyecta en las zonas del rostro elegidas, previamente desinfectadas, mediante jeringa especial para insulina, atravesando piel, tejido celular subcutáneo hasta llegar al músculo. Una vez paralizado éste, se imposibilita su contracción, de manera que no hay movimiento y, por tanto, no hay arruga, en otras palabras, no se alisan ni se rellenan, como en otros procesos, por ejemplo la inyección de colágeno. 
Por lo regular se inyecta para acabar temporalmente -entre 4 y 6 meses dura el efecto- con patas de gallo, líneas en la frente, marcas de entrecejo y arrugas en las comisuras de los labios, brindando total libertad para hablar y sonreír. 
Los dermatólogos también han conseguido importantes beneficios al emplearla directamente en casos de hiperhidrosis (sudoración excesiva en manos, pies y axilas). No obstante, debe quedar muy claro que debe ser aplicada por un profesional, en el lugar correcto y en la dosis necesaria, pues se puede correr el riesgo de tocar un músculo equivocado, llegando a provocar parálisis facial. 
La ya popular toxina botulínica no es un medicamento de libre acceso, no obstante, su uso está aprobado por la Agencia de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), entidad que certifica su efectividad en el tratamiento de otras afecciones, como mal de Parkinson o migraña.
No cabe duda que la tenacidad de la ciencia puede brindarnos importantes aportes a la salud, en muchas ocasiones gracias a eventos circunstanciales como los antes señalados; sorprendente, ¿no cree usted? 

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿PARA QUÉ SIRVE LA CIENCIA?

¿Para qué sirve la ciencia? ¿Cuál es su utilidad? Otra forma de plantear la misma pregunta sería: ¿en qué consiste la actividad científica?

Martín Bonfil Olivera
Los usos, aplicaciones y productos indirectos de la ciencia son múltiples (su producto directo, sin duda, es el conocimiento). Pero puede decirse, en general, que la ciencia sirve para cuatro cosas: clasificar, explicar, predecir y controlar.

Clasificar es un primer paso para entender. Da orden a lo que observamos, y nos permite ver con más profundidad. Al describir un sistema y clasificar sus componentes, descubrimos relaciones entre ellos que no eran apreciables a simple vista. Aunque describir, catalogar, enumerar y ordenar no son las actividades centrales de la ciencia, sí son pasos necesarios para iniciar el estudio de la naturaleza. (Y en muchos casos es todo lo que se puede hacer, al menos por un tiempo, cuando se abordan sistemas novedosos: si descubriéramos vida extraterrestre, por ejemplo, seguramente tendría que pasar un tiempo antes de que lográramos trascender esta primera etapa.)
Un segundo nivel se logra cuando, además de tener claro qué es lo que hay ahí logramos también explicarlo. Aquí estamos ante lo que tradicionalmente se considera esencial en la actividad científica: la generación (y posterior puesta a prueba) de hipótesis que permitan darle sentido a lo observado: comprenderlo.
Pero así como la actividad científica no termina al describir y clasificar un sistema, también puede llegar mucho más allá de simplemente explicarlo. Cuando el estudio científico ha producido una descripción y una explicación suficientemente detalladas, que nos permitan comprender con profundidad un sistema, su estructura y su funcionamiento, se hace posible predecir cómo se comportará. Para ello, se generan modelos más o menos detallados que pueden ir desde simples metáforas hasta modelos mecánicos, matemáticos o incluso simulaciones computarizadas muy precisas. Por supuesto, la eficacia de estas herramientas de predicción también se somete a prueba, proceso que permite irlas refinando.
Y si el potencial asombroso de la ciencia se manifiesta cuando genera conocimiento de lo que todavía no sucede, esta capacidad se concreta cuando tal conocimiento se aplica para no sólo saber qué sucederá, sino para modificar tal destino. El conocimiento científico, al aplicarse, nos permite controlar los sistemas en estudio, alterando su comportamiento. Es aquí cuando la actividad de hacer ciencia, que muchos conciben como pura y desligada de los problemas cotidianos, adquiere con más claridad una responsabilidad ética. Es al modificar la naturaleza que podemos cometer errores y causar daño.
Clasificar, explicar, predecir y controlar: cuatro dimensiones que muestran el poder y la utilidad de la ciencia.

jueves, 29 de agosto de 2013

VENENOS, ENVENENADOS Y ENVENENADORES


Gertrudis Uruchurtu
Víktor Yushchenko, candidato a la presidencia de Ucrania, estaba contento. Según la última encuesta, era muy probable que ganara las próximas elecciones. Había que preparar bien el camino. Por eso aquel día cenaba con un personaje clave: el director de seguridad. Poco tiempo después de la cena, un fuerte dolor de cabeza lo obligó a retirarse. Al día siguiente, el dolor de esto mago y de espalda se hicieron insoportables y le impidieron asistir a las presentaciones planeadas. Ningún medicamento lo aliviaba y el terror empezó a apoderarse de él cuando se vio en el espejo. Su rostro, que había sido el de un hombre guapo, ahora estaba tapizado de pústulas y quistes; su aspecto era monstruoso. Al practicársele un análisis de sangre, se encontró que contenía una concentración elevadísima de un veneno llamado dioxina, sustancia que es materia prima para fabricar el herbicida llamado agente naranja, que se usó en la guerra de Vietnam. La dioxina hace proliferar unas células llamadas macrófagos que provocan una reacción inflamatoria exagerada. Con ella los poros se tapan con queratina y aparecen quistes que dan a la cara un aspecto horrible.
El envenenamiento de Yushchenko es sólo la repetición de un hecho ocurrido miles de veces en la historia. Los venenos, los envenenadores y los envenenados son una de las partes oscuras de la humanidad. El veneno es el arma del cobarde. El envenenador lo aplica en forma furtiva, fría y calculada; sabe que el envenenado padecerá un sufrimiento corto o prolongado y lo con­templará de lejos o de cerca para satisfacer el odio o los fríos cálculos de interés para terminar con él. Es la revelación de los más bajos instintos del hombre... o de la mujer, pues se cree que a lo largo de la historia o de la leyenda, ellas han sido las autoras, si no del mayor número de envenenamientos, sí de los más espectaculares.
Uno de los primeros descubrimientos del hombre es que, más allá de su belleza y utilidad como fuente de alimento y medicina, las plantas también matan.

¿Qué es un veneno?

Cualquier sustancia extraña que al penetrar en el organismo altera y deteriora su funcionamiento se considera un veneno. Por mucho tiempo su uso fue empírico, muchas veces ligado a la superstición y a la brujería. No fue sino hasta el siglo XX cuando el avance de la ciencia empezó a explicar los distintos mecanismos de acción de los venenos. Se puede decir en forma general que cualquier veneno interrumpe la secuencia natural de las cadenas de reacciones químicas que mantienen la vida celular, trastornando el metabolismo de los organismos y conduciendo a una catástrofe bioquímica que puede llevarlos a la muerte.
La dosis es factor clave para que una sustancia actúe como veneno. La misma sustancia que produce la muerte en el organismo en cierta concentración, en una menor puede actuar como medicamento y proporcionar alivio a algún padecimiento.

La belladona es una planta que contiene tres alcaloides considerados venenosos: hioscina, escopolamina y atropina. Estas sustancias se unen a los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor que hace posible la transmisión en el sistema nervioso autónomo y que controla funciones tan importantes como la respiración y el ritmo cardíaco. Al alterarse esta transmisión, puede sobrevenir la muerte. Sin embargo, la atropina en dosis bajas disminuye la intensidad de las contracciones intestinales y alivia los retortijones. Si alguna vez el oftalmólogo te ha dilatado la pupila aplicándote un colirio para poder examinar el interior del ojo, ha sido gracias al atropínico que hay en esas gotas.
La planta recibió el nombre de belladona porque en Venecia, en el renacimiento, surgió entre las mujeres la moda de emplear extractos de ésta para dilatar la pupila; decían que esto hacía que sus ojos se vieran más brillantes.

Arsénico, el "polvo de la sucesión"

Eliminar a alguien para heredar sus bienes o quitarlo de en medio para ascender o por venganza no era muy difícil de lograr en la Roma antigua si se contaba con un buen veneno. Los especialistas en conseguir la sustancia adecuada eran bien pagados. En el tiempo de Nerón, siglo I de nuestra era, una mujer gala, llamada Locusta, era la experta proveedora de la realeza de las dosis de arsénico necesarias para eliminar a quien la estorbara. De esta manera Nerón se deshizo de Británico, el heredero legítimo al trono, y de muchos más. El número de envenenados fue tan grande, que el siguiente emperador, Galba, mandó matar a Locusta.
En el renacimiento italiano, quien recibía una invitación a la mesa de la familia del papa Alejandro VI, o de su hijo César Borgia, tenía gran probabilidad de no seguir vivo al día siguiente. En la cima de la corrupción del poder, eliminaron a cuanto enemigo obstaculizara sus proyectos. Empleaban un veneno a base de arsénico llamado Cantarella y lo fortalecían con otros ingredientes como fósforo.
En el siglo XVII existieron dos famosas envenenadoras que preparaban sus pócimas a base de arsénico. Giulia Toffana se hizo célebre por su aquetta di Napoli, con la que al parecer envenenó a más de 600 y Hyeronyma Spara por su especialidad de instruir y proveer de venenos discretos y adecuados a las esposas que tenían maridos incómodos para convertirlas en viudas.
Los venenos con arsénico llegaron después a Francia, donde su popularidad creció y fueron el instrumento utilizado para adquirir una herencia o alcanzar un puesto. Todo el mundo los conocía como poudres de succession, polvos de la sucesión.
Una gran controversia, aún sin resolver, es la causa de la muerte de Napoleón. Siempre se dijo que había muerto a causa de un cáncer de estómago cuando estuvo exiliado en la isla Santa Elena. Sin embargo, estudios recientes del cabello que aseguran le perteneció, revelan un contenido de arsénico muy por encima de lo normal. Algunos creen que su muerte se debió a que estuvo inhalando arsénico del pigmento verde del tapiz que cubría la casa en donde estuvo arraigado; éste contenía arseniuro de cobre, más conocido como verde de Scheele. Otros aseguran que el arsénico le fue administrado por su asistente, el conde Montholon, quien pese aparentar serle leal siempre, según algunos historiadores, tenía el encargo de Luis XVIII de impedir su regreso a Francia.

Impunidad

La dificultad para comprobar el envenenamiento por arsénico u otras sustancias, explica la popularidad de los envenenadores. En el siglo XIX empezó a practicarse una prueba muy burda, pero en cierta forma efectiva. Se daban a comer a un perro o a un gato extractos del estómago y de los intestinos de la persona envenenada; si los animales morían, se consideraba que había habido envenenamiento. En este siglo, los envenenamientos con arsénico cobraron una popularidad escandalosa, pero a la mayoría de los envenenadores no se les podía comprobar su fechoría y salían libres. En 1832, el químico inglés James Marsh desarrolló un método que consiste en hacer una extracción acuosa del arsénico de los tejidos. Ésta se hace reaccionar con hidrógeno para formar un gas compuesto de hidrógeno y arsénico, que al depositarse en una superficie de vidrio, libera el arsénico en forma de una película gris metálica. Este método detecta cantidades pequeñísimas de este elemento. Con esto se inició la química forense, y empezó a disminuir la impunidad de los envenenadores.
El arsénico es un elemento que tiene gran afinidad con el azufre. Al penetrar en las células, se une a él en las proteínas que lo contienen. Las enzimas son proteínas indispensables para que se realicen las reacciones del metabolismo celular. Cuando el arsénico se combina con los azufres de la enzima, la inutiliza y provoca un caos bioquímico que lleva a la muerte celular. Actualmente, el antídoto empleado en el envenenamiento con arsénico es una sustancia llamada dimercaprol. Ésta contiene en su molécula átomos de azufre que tienen mayor afinidad con el arsénico que el azufre de las enzimas. De esta manera, lo atrapa, libera a la enzima y permite que ésta realice nuevamente sus funciones vitales.
A pesar del halo de maldad que existe sobre este elemento, un medicamento a base de arsénico, llamado Salvarsán, fue muy empleado para curar la sífilis antes de que hubiera antibióticos.

Los alcaloides

Se llama alcaloides a sustancias naturales que se encuentran en algunas plantas y que tienen un efecto fisiológico —deseado o no— en el organismo del hombre o los animales. Su estructura molecular es muy variada y lo único que tienen en común es que todas contienen en su molécula átomos de nitrógeno que les comunica un carácter alcalino al disolverse en agua, por lo cual se les dio este nombre. Se conocen más de 3 000 diferentes alcaloides.

La función que tienen dichas sustancias en las plantas no es bien conocida. Se cree que algunos sólo son productos de desecho del metabolismo de la planta. En otros casos, se ha visto que la concentración de estas sustancias aumenta antes de que se formen las semillas y disminuye después de la maduración de éstas, lo que hace pensar que quizá tienen algún papel en esta maduración. Otros alcaloides pueden ser producto de la evolución ya que, por ser tóxicos, protegen a la planta de los depredadores.

Muerte con olor a almendras

El cianuro de sodio al contacto con el ácido clorhídrico del jugo gástrico se transforma en ácido cianhídrico, el veneno más rápido y letal, pues 0.01 g es suficiente para matar a una persona en 30 segundos. Tiene un olor igual al de las almendras. Fue por eso que cuando se planeó envenenar a Rasputín, se puso cianuro en un pastel de almendras. Rasputín fue un monje ruso que a principios del siglo XX logró ganarse el favor de los zares Nicolás II y Alejandra. El hijo de éstos, el zarevich, padecía hemofilia, un padecimiento en el cual la sangre no coagula normalmente y al haber una herida, puede desangrarse y morir. Se dice que Rasputín, por medio de hipnotismo, podía contener la hemorragia cuando el zarevich sangraba. Esto llevó a la zarina a depender emocionalmente de él, y Rasputín influía a tal grado en ella, que su voluntad llegó a afectar los asuntos de Estado. Tanto incomodó a los miembros del gobierno la intromisión del monje y la protección que los zares le ofrecían, que se conspiró para envenenarlo.
No obstante ser monje, Rasputín llevaba una vida licen­ciosa; frecuentemente se le encontraba en comilonas y borracheras. Los cons­piradores lo invitaron a una cena en la que consumió varias porciones del pastel y vasos de vino que contenían cianuro como para envenenar a más de tres personas. Sin embargo, el monje no mostraba ningún síntoma de intoxicación. Fue tanta la desesperación de los conspiradores al ver su plan frustrado, que terminaron matándolo a tiros.
Es probable que Rasputín sufriera de anaclorhidria, falta de ácido en el estó­mago, y por esto el cianuro no pasaba a ácido cianhídrico. Pero en aquel tiempo se le atribuyeron al monje poderes diabólicos.

Un envenenamiento literario célebre

Entre los envenenamientos más célebres en la literatura está el de Emma Bovary en la novela del escritor francés Gustave Flaubert: Madame Bovary, publicada por primera vez en 1852. La protagonista, desesperada por todos los gastos que ha hecho en sus infidelidades, y aterrorizada de que la descubra el marido, decide envenenarse con arsénico. El autor, perteneciente a una familia de médicos describe con detalle el envenenamiento:

La despertó un sabor acre que sentía en la boca. Vislumbró a Carlos y volvió a cerrar los ojos. Se espiaba cuidadosamente para ver si sufría. Pero aún no experimentaba sufrimiento alguno. Oía el ruido del péndulo, el crepitar del fuego y la respiración de Carlos, que permanecía de pie junto a la cama. ";¡Bah, qué poca cosa es la muerte! —pensaba—. Voy a dormirme y asunto concluido."

Bebió un buche de agua y se volvió hacia la pared. El horrible sabor a tinta continuaba.
—¡Tengo sed!... ¡Mucha sed! —murmuró.
—¿Qué tienes? —dijo Bovary alargándole un vaso.
—No es nada… Abre la ventana… ¡Me ahogo!
Y unas tan súbitas ansias la acometieron, que apenas si tuvo tiempo para sacar el pañuelo oculto bajo la almohada.
—Llévatelo! ¡Tíralo! —dijo vivamente.
Carlos hizo algunas preguntas; pero ella perma­necía callada e inmóvil, por miedo a que la menor emoción la hiciese vomitar. Entretanto, un frío de muerte corría por todo su cuerpo.
[…] Emma comenzó a gemir, en un principio débilmente. Un largo estremecimiento sacudía sus hombros y se iba poniendo más lívida que las sábanas, en las que se hundían sus crispados dedos. Su pulso irregular era en aquel momento casi insensible. Algunas gotas de sudor brotaban de su azulado rostro, que parecía empaña¬do por un vaho metálico. Castañeaban sus dientes; sus desorbitados ojos miraban con vaguedad a su alrededor y a cuantas preguntas le hacía Carlos contestaba moviendo la cabeza; dos o tres veces llegó a sonreír. Sus gemidos fueron poco a poco haciéndose más intensos. Se escapó un sordo rugido de su pecho y afirmó que se sentía más aliviada y que se levantaría enseguida, exclamando a poco, presa de convulsiones: —¡Dios mío! ¡Esto es horrible! Carlos cayó de rodillas junto al lecho. —¡Habla! ¿Qué has comido? ¡Contesta en nombre del cielo! Y la miraba con infinita ternura, como jamás la habían mirado. —Pues bien; allí…, allí —dijo con desfallecida voz. Carlos se lanzó de un salto al secrétaire, rom¬pió el sobre y leyó en voz alta: Que no se acuse a nadie… Se detuvo, se pasó la mano por los ojos y leyó de nuevo. —¿Qué es esto?... ¡Socorro! ¡A mí! Y repetía incesantemente: "¡Envenenada!" "¡Envenenada!"

Tomado de la edición de Madame Bovary de la UNAM de 1972, de la Colección de Nuestros Clásicos, dirigida por Rubén Bonifaz Nuño y Augusto Monterroso.
El ácido cianhídrico está formado por hidrógeno y el radical cianuro que contiene carbono y nitrógeno. Su toxicidad se debe a que este radical se une fuertemente a un átomo de fierro que se encuentra en la enzima respiratoria llamada citocromo oxidasa, impidiendo que el oxígeno de la respiración se una al fierro y realice la respiración celular. El antídoto para este tipo de envenenamiento, que rara vez da tiempo de aplicar, es una sustancia llamada tiosulfato de sodio. Éste contiene un átomo de azufre que tiene gran afinidad por el radical cianuro y es capaz de secuestrarlo y dejar en libertad al citocromo para que éste realice su función respiratoria.
Por otra parte, el ácido cianhídrico ha tenido dos aplicaciones moralmente muy reprobables. Fue el gas empleado por los nazis para el exterminio masivo de judíos y también es el gas con el cual se ejecuta a los sentenciados a muerte en la cámara de gases en Estados Unidos.

¿Brujería o veneno?

Las muertes por envenenamiento no necesariamente son resultado de las maquinaciones de una mente asesina. En muchos casos extraños se creía que se trataba de brujerías o posesiones diabólicas. Antes de 1750 el promedio de vida era de 37 años; hoy en día es de 76. La gran mortalidad en aquella época, que era mucho mayor entre la gente pobre, se atribuía principalmente a hambrunas y enfermedades infecciosas. Sin embargo, ciertos datos señalan que en Europa, al norte de los Alpes y de los Pirineos, estuvo presente otro factor. En estos lugares la mortalidad aumentaba en la primavera y a principios del otoño, a diferencia de las enfermedades infecciosas, como la disentería y la tifoidea, que atacaban en verano, y los trastornos respiratorios, típicos del invierno. Esto condujo a buscar algún factor alimenticio como responsable de la mortalidad de primavera y otoño. En aquella época, el pan de trigo era un lujo que sólo disfrutaban los ricos. La población rural pobre sobrevivía con pan de centeno, de color café y mucho más duro. El centeno crece en latitudes donde los inviernos son húmedos y fríos y la temperatura veraniega rara vez llega a los 20°C. Si en estas condiciones climáticas el cereal no se seca perfectamente después de cosecharse y se almacena húmedo, crece en el grano un moho llamado Claviceps purpurea, conocido como cuernecillo de centeno. Éste contiene los alcaloides venenosos ergotamina, ergonovina y ácido lisérgico (LSD). La toxicidad de estas sustancias se debe a que interfieren con la acción de un neurotransmisor llamado dopamina, y esto provoca espasmos musculares, confusión y alucinaciones, además de ser abortivo. Al conjunto de síntomas se le conoce como ergotismo. Las zonas de mayor mortalidad en primavera y otoño eran las mismas en las que se consumía pan de centeno. Por otro lado, las regiones donde la muerte por ergo­tismo era muy frecuente también coincidían con poblaciones en las que había habido una intensa cacería de brujas. ¿Estaba el ergo­tismo relacionado con esto? Todo parece indicar que había una relación directa. En esos pueblos había curanderas que curaban con hierbas ciertos padecimientos como las convulsiones de la epilepsia. A estas mujeres se les atribuían poderes mágicos, pero cuando les llevaban un enfermo de ergotismo y sus remedios tradicionales fallaban, se les acusaba de haber embrujado al enfermo en vez de curarlo. Era algo semejante a las acusaciones de negligencia médica hoy en día. La coincidencia entre el pan de centeno, la mortalidad y la cacería de brujas se encontró en muchas poblaciones del norte de Europa, principalmente en Rusia, Francia e Irlanda; y también en las colonias inglesas americanas, como Nueva Inglaterra, donde nació la leyenda de las brujas de Salem.

Detección de sustancias tóxicas


La ciencia ha avanzado mucho desde la época en que perros y gatos eran usados como detec­tores de venenos. Hoy, la química analítica es capaz de identificar y cuantificar casi cualquier sustancia desconocida en el material que se investiga. La tecnología ha creado instru­mentos analíticos sofisticados capaces de detectar cantidades pequeñísimas de cual­quier veneno. Entre los más comunes están los cromatógrafos y la espectroscopía de masas o alguna combinación de ambos.

El primer paso para identificar el vene­no es separarlo de las otras sustancias. La cromatografía es uno de los procedimientos más usados. Se basa en la diferente movi­lidad de cada sustancia cuando se mueve entre dos fases, una estacionaria y una móvil. La primera, puede ser gas o líquido y la fase estacionaria puede ser sólida o líquida. La movilidad de cada sustancia depende tanto de su tamaño, como de la preferencia que tenga para asociarse con la fase móvil o la estacionaria. Por ello es posible separar los componentes de una mezcla según sus propiedades. El resultado de un estudio de cromatografía nos permite conocer el número de los componentes de una mezcla y las proporciones relativas en las que se encuentran. Ahora, es cuestión de saber qué es cada uno.

Una forma común de identificar­los es por su masa molecular. Ésta se mide en un espectrómetro de masas. La sustancia"sospechosa"; es bombardeada con una corriente eléctrica de alta energía. Así, las moléculas se convierten en iones que al viajar por un campo magné­tico se separan de acuerdo con su relación masa/carga. Actualmente existen bases de datos que contienen la información de las masas molecu­lares de todos los venenos conocidos. Comparando el resultado del estudio de masas con esta base es posible identificar a los candidatos más probables.

Uno de los instrumentos más precisos es el conocido como ICP (siglas en inglés deInduction Coupled Plasma) que es muy útil para detectar cantidades pequeñísimas de metales tóxicos como arsénico, antimonio, plomo y mercurio.


Tanto la ergotamina como la ergonovina, purificadas y en cierta dosis, tienen importante acción como medicamentos. La primera, por su acción vasoconstrictora, en el tratamiento de la migraña, y la segunda, por su acción sobre la musculatura uterina, en obstetricia.
Los criminales seguirán en busca del veneno perfecto: el que no se puede detectar. Seguirán apareciendo nuevas sustancias como subproductos de procesos industriales. Algunas de éstas podrían causar envenenamientos accidentales. Pero la ciencia tiene cada día más modos de detectar los venenos y de desentrañar su mecanismo de acción, lo que permite encontrar antídotos e incluso controlar sus propiedades para usarlo como medicamento.

Gertrudis Uruchurtu es química farmacobióloga. Durante 30 años fue maestra de química en bachillerato y es egresada del Diplomado de Divulgación de la Ciencia de la DGDC/UNAM.
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jueves, 22 de agosto de 2013

La Química del siglo XXI ángel o demonio

LA QUÍMICA EN EL SIGLO XXI ¿ÁNGEL O DEMONIO?

 Vicente Talanquer 

PARA MUCHAS PERSONAS LO "QUÍMICO" ES SINÓNIMO DE CONTAMINANTE, DAÑINO O PERJUDICIAL 
Antes de comenzar, debo hacer una confesión: yo con la Química llevo una relación pasional, una de esas relaciones que oscilan entre el amor y el odio. La quiero porque me ha enseñado a maravillarme con los secretos de la transformación de las sustancias, pero la detesto cuando me habla en clave, cuando me llena la memoria de símbolos y fórmulas. Me la comería a besos cada vez que me sorprende con la síntesis de un nuevo material y me fascina su persistencia por develar la identidad de las cosas, pero me saca de quicio su obsesión por los detalles y me atormentan las catástrofes que se producen cuando alguien abusa de ella o la trata de manera poco cuidadosa. 

SENTIMIENTOS CONTRADICTORIOS
Creo que a la mayoría de la gente también la inundan sentimientos contradictorios cuando escucha las palabras química o producto químico. Por una parte, ya sea de manera consciente o inconsciente, los productos de la química nos encantan. Por ejemplo, todos saltaríamos de gusto y de emoción si mañana nos anunciaran que ya se sintetizó un fármaco para curar el cáncer o que se desarrolló un medicamento que controla definitivamente el desarrollo del virus que provoca el sida. ¿Quién se atrevería a negar que la síntesis de antibióticos, analgésicos, tranquilizantes, y hasta del famoso Viagra, nos ha cambiado la vida? También es cierto que millones de personas se benefician cada día con el incremento en la producción de alimentos debido al uso de fertilizantes y plaguicidas desarrollados por los químicos. ¿Y qué decir de los plásticos, los colorantes, las pinturas, los cosméticos, los aditivos alimenticios, las cerámicas? A ver, ¿quién sería la o el valiente que estaría dispuesto a deshacerse de toda la ropa que esté fabricada con alguna fibra sintética o que ha sido sujeta a algún proceso químico? "Desde mañana, nada de poliéster, nailon, rayón o acrilán; nada de pantalones de mezclilla ni otras prendas coloridas de lana, seda o algodón". Sin embargo, también es cierto que el adjetivo "químico" o "química" nos asusta; para muchas personas es sinónimo de contaminante, dañino o perjudicial. Es también sinónimo de artificial, y hoy en día lo artificial está bastante desacreditado frente a lo natural. ¿Qué prefieres, una camiseta de poliéster o una de algodón? ¿Qué te tomas, un vaso con jugo de naranja o una Coca Cola? De alguna manera lo químico se asocia con lo artificial y lo tóxico, como si las sustancias naturales no fueran sustancias químicas y como si todo lo natural fuera inofensivo. 

ENTRE LA REALIDAD Y LA IGNORANCIA 
Los odios y terrores hacia lo que suena a química surgen principalmente de dos fuentes, sólo una de las cuales me parece justificada. Por un lado, hay que reconocer que durante muchos años la industria química mundial ha desarrollado su labor sin preocuparse demasiado por el impacto ecológico de sus actividades. En algunos casos se han privilegiado las ganancias económicas sobre la salud de la población vecina a una planta química; a veces se ha ocultado información sobre la posible toxicidad de un producto o sobre sus efectos secundarios. También ha sucedido que la prisa por poner a la venta un nuevo producto impida que se realicen todas las pruebas necesarias para determinar en qué condiciones es apropiado hacer uso de la sustancia. Sea como sea, cuando se trata de sustancias químicas las consecuencias del abuso, la negligencia y la avaricia son siempre desastrosas. Pero tampoco puede negarse que parte del miedo nace de la ignorancia. De la falta de una "cultura química" de la población en general que le ayude a evaluar las ventajas y las desventajas de usar tal o cual producto químico, que le permita distinguir razonadamente lo dañino de lo inofensivo y reconocer los alcances y las limitaciones del trabajo de los químicos. También es cierto que si todos reconociéramos la importancia de tener conocimientos básicos de química, estaríamos mejor preparados para impedir las acciones de aquellos que quieran abusar de los productos de la química o defendernos de ellas. 

LA IMAGEN PÚBLICA DE LA QUÍMICA
 Preocupados por esta situación, en la que la química se nos presenta como un ángel o como un demonio, y en la que la visión satánica lleva la ventaja, los profesionales de la química en todo el mundo —investigadores, maestros, técnicos, industriales— han desarrollado en los últimos años un gran esfuerzo por mejorar la imagen pública de esta ciencia. Así, se han realizado múltiples congresos, seminarios y pláticas informales para discutir el tema; en las escuelas se han modificado los programas de química para hacerlos más atractivos y hacer evidente la importancia de los productos y fenómenos químicos en la vida cotidiana; también se ha buscado comprometer a las grandes industrias químicas en la protección del ambiente. Como parte importante de estas acciones, a finales de 1998 se inició la "Celebración Internacional de la Química": una gran fiesta mundial con un año de duración (de noviembre de 1998 a noviembre de 1999), en la que se realizaron cientos de eventos y actividades en todo el mundo con el fin de motivar el interés de la gente por esta ciencia, así como establecer y fortalecer los vínculos y la comunicación entre todas las personas interesadas en la química alrededor del mundo. En esta celebración participaron diversas organizaciones de más de 115 países, las cuales hicieron un esfuerzo extraordinario por hacer patentes las contribuciones de la química a la sociedad. En nuestro país, por ejemplo, la UNAM organizó dos eventos, la "Expo-Química 2000" y el "Tianguis de la Química", en los que los asistentes pudieron mancharse las manos realizando experimentos, participar en seminarios y conferencias, y acercarse a platicar con los científicos y los industriales expertos en esta disciplina. En otros lugares se publicaron libros y revistas especiales, se emitieron estampillas postales conmemorativas, se realizaron concursos populares sobre química y se rindió homenaje a muchos científicos cuyas contribuciones fueron fundamentales para el desarrollo de esta ciencia. 

EL PASADO Y EL FUTURO DE LA QUÍMICA 
Una éxito importante de la Celebración Internacional de la Química es que motivó la reflexión colectiva sobre el pasado, el presente y el futuro de la química. En este ya casi fin de milenio, la química es una ciencia muy distinta de las prácticas de los alquimistas de los siglos XV y XVI y seguramente tendrá poco que ver con lo que harán los químicos dentro de trescientos años. Sin embargo, de lo que los químicos hacemos ahora y de la manera en la que la sociedad evalúe y se comprometa con nuestras acciones sin duda dependerá lo que suceda con esta ciencia en el futuro. Por alguna extraña razón, hay químicos a quienes les molesta hablar del pasado; lo consideran demasiado tormentoso y oscuro. A mí, la verdad, me fascina. Los químicos somos herederos de una tradición milenaria empeñada en develar el secreto de la transformación de las sustancias. Nuestros antepasados, los alquimistas, persiguieron por más de dos mil años el sueño de convertir el plomo en oro, pero no para hacerse ricos, sino para transformarse a si mismos, transformar al mundo y al Universo entero. Su empeño, aunque haya quien lo niegue, no fue infructuoso pues dio lugar al nacimiento de la química como ciencia. La química moderna se consolidó a lo largo del siglo XIX y se benefició enormemente con el desarrollo de la teoría atómica a principios del siglo XX, de manera que alrededor de 1925 alcanzó su madurez y nos transformó para siempre el mundo. Sólo para dar una idea de cómo han cambiado las cosas en estos últimos doscientos años, baste decir que a principios de 1800 los químicos conocían, si acaso, unas 300 sustancias distintas y hoy se cuentan ya cerca de ¡19 millones! Además, en los últimos cincuenta años este número ha venido duplicándose en promedio cada trece años, de manera que si continúa esta tendencia para el año 2050 llegaremos a 300 millones de compuestos químicos diferentes y a 5 000 millones para el 2100. Basta con suponer que una pequeñísima fracción de estas sustancias tendrá alguna utilidad práctica para imaginar la diversidad de nuevos medicamentos y materiales que tendremos a la mano. La química es sin duda la mejor herramienta con la que hoy contamos para enfrentar lo que seguramente serán algunos de los grandes problemas del siglo XXI: la escasez de alimentos, la aparición de nuevas enfermedades, el agotamiento de las fuentes de energía convencionales y el deterioro del ambiente. En esta labor, sus alianzas con la biología y la física serán indispensables. El conocimiento de los fenómenos biológicos a nivel molecular permitirá, por ejemplo, realizar la síntesis de fármacos específicos para cada persona, de acuerdo a sus características genéticas particulares, y generar sustancias que controlen el funcionamiento de las células del cuerpo. La identificación de la estructura y propiedades químicas de los componentes del código genético de diversos seres vivos, incluidos los humanos, le abrirá la puerta a la reprogramación genética como vía para corregir defectos genéticos o para desarrollar cultivos más resistentes a las plagas o a la escasez de agua. Por otra parte, la comprensión de las propiedades físicas de las sustancias con base en su estructura atómica dará lugar al desarrollo de nuevos materiales, que sin duda revolucionarán áreas como la microelectrónica, los sistemas de almacenamiento y distribución de energía, y el control ambiental. 

ACTUALMENTE SE CONOCEN CASI 19 MILLONES DE SUSTANCIAS DISTINTAS, PARA EL AÑO 2050 PODRÍAN SER 300 MILLONES 
En  el  próximo  milenio  la química  también  tendrá  que  desarrolla  las  armas  para  conocer  mejor  a  los monstruos  de  su  presente y su pasado y enfrentarlos. Entre ellos se distinguen: la destrucción de la capa de ozono  por  la  acción de agentes  químicos  generados por los seres humanos y el calentamiento global de la Tierra,  al  parecer inducido por el incremento de la  concentración  de  dióxido de  carbono  en la atmósfera (resultado de  la  quema de  combustibles como el  petróleo,  el gas natural y el carbón). También la esperan con  las  fauces abiertas los  problemas de  la  alta concentración de ozono a  nivel del suelo y la devastación generada por  la  lluvia ácida en  las  grandes ciudades,  fenómenos  provocados por las reacciones químicas que ocurren en el interior de los motores de combustión de nuestros medios de transporte.

 UNA POBLACIÓN QUÍMICAMENTE INFORMADA
Pero la batalla central se establecerá sin duda entre el ángel y el demonio. Los enormes beneficios y avances en  nuestra calidad  de vida debidos a  los  productos de  la  química siempre tendrán un  costo: eso  parece inevitable. El  reto consiste en  desarrollar  procesos que   maximicen  los beneficios y reduzcan al mínimo el impacto sobre la salud y el ambiente. También se trata de contar con una población químicamente informada y  educada,  que  pueda juzgar  y  tomar decisiones sobre  los  materiales  y  sustancias que quiere utilizar, el manejo de los desechos que genera y las consecuencias de usar tal o cual producto. Una población cuya voz tenga  el peso y  la influencia de la razón para evitar  los abusos y la  negligencia de los que no entiendan o se nieguen a entender. 
En fin, se trata de perseguir un milenio en el que la frase "…eso tiene química" no invoque a los demonios


Vicente Talanquer es doctor en ciencias químicas e investigador y maestro en la Facultad de Química de la UNAM. Es autor de diversos artículos de divulgación y del libro Fractus, fracta, fractal, editado por el FCE.

sábado, 13 de julio de 2013

LA VIDA ES UN ESPEJO

Le preguntaron a Mahatma Gandhi: ¿Cuáles son los factores que destruyen al ser humano.
Él respondió así:
- La Política sin Principios
- El Placer sin Compromiso
- La Riqueza sin Trabajo
- La Sabiduría sin Carácter
- Los Negocios sin Moral
- La Ciencia sin Humanidad  y
- La Oración sin Caridad
La vida me ha enseñado que:
-La gente es Amable si yo soy Amable
- Que las personas están Tristes, si yo estoy Triste
- Que todos me Quieren, si yo los Quiero
- Que todos son Malos, si yo los Odio
- Que hay Caras Sonrientes, si les Sonrío
- Que hay Caras Amargas, si estoy Amargado
- Que el mundo está Feliz, si yo soy Feliz
- Que la gente es Enojona,  si yo soy Enojón
- Que las personas son Agradecidas, si yo soy Agradecido.
La vida es como un espejo: Si Sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa.
La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.
El que quiera ser Amado, que Ame.
La única razón por la que tú eres Feliz, es porque tú decides ser Feliz...

ALUMNO, ESCUELA Y FAMILIA

La escuela se está convirtiendo, sin desearlo, en una especie de campamento o parque temático de la transmisión de unos valores, cuyo brillo social es inversamente proporcional a la distancia que nos aleja del recinto escolar. Con la distancia, los valores que se enseñan en la escuela palidecen. 

La escuela exige disciplina y autocontrol, esfuerzo, espíritu de sacrificio y trabajo, un conjunto de capacidades que remiten a valores que están totalmente devaluados en el contexto cultural actual. Los profesores tienen miedo de que el aislamiento y la soledad en la que vive la escuela terminen por deslegitimar la propia cultura escolar y los valores que pretende difundir. 

Es desalentador verse transmitiendo una formación que contradice abiertamente o indirectamente los valores que los estudiantes perciben que operan eficazmente fuera del colegio. Se trata de un proceso con una capacidad tremenda de erosionar la legitimidad de las instituciones y la figura del docente. 

La expresión "soledad de la escuela" empieza a escucharse como una interpretación gráfica de la quiebra del consenso que históricamente se ha venido dando entre instituciones socializadoras básicas: familia, escuela, iglesias, medios de comunicación y grupos de iguales. Cuando los niños y los jóvenes están en la escuela, se encuentran en una burbuja y cuando salen, están viviendo otra cosa. Es frecuente encontrar a jóvenes agrediéndose cerca del colegio y cuando se les llama la atención responden responden que están "fuera del colegio". Ello es una muestra clara del distanciamiento que hay entre lo que enseña la escuela con la realidad exterior. El desencuentro es evidente en una sociedad que concibe la escuela como la última esperanza, pero la sitúa como una "institución periférica". Cada día de forma más clara, los profesores percibimos esa soledad en la tarea educativa, soledad que se vuelve más desconcertante cuando hablamos de la relación de los padres con sus hijos y con el colegio. 

A pesar de todo ello, lo que más nos preocupa a los profesores es la apatía de gran número de padres, la falta de su reconocimiento de la competencia y la autoridad del profesorado. 

Otra de las dificultades en la relación familia-profesorado es la excesiva permisividad y el marcado proteccionismo que tienen las familias en la educación de sus hijos. Las familias no viven el día a día escolar de sus hijos. En algunos casos porque no están mucho tiempo con ellos y, cuando lo están, porque en esa edad de rebeldía y de enfrentarse a la exigencia, muchos padres no aguantan la tensión y la relegan al colegio. 

¡Qué sola se queda la escuela!
Adolfo Martínez Sánchez