La ciencia médica conoció a la toxina botulínica como veneno letal, por lo cual fue motivo de estudio y paulatinamente aprovechada en tratamientos para mejorar la salud; no obstante, sin proponérselo, encontró su popularidad en la cosmetología, pues ha comprobado su eficacia para eliminar arrugas y líneas de expresión en el rostro.

El daño se produce cuando ingresa al organismo la bacteria Clostridium botulinum, capaz de liberar la toxina que provoca una enfermedad llamada botulismo , que ataca al sistema nervioso y paraliza los músculos hasta llevar a la muerte por asfixia si la persona afectada no es tratada a tiempo.
El consumo de alimentos contaminados es la forma más común en que inicia esta intoxicación, principalmente por alimentos enlatados cuyo envase ha sido afectado o si su fecha de caducidad se ha cumplido.
Aunque en menor grado, también se sabe que son causantes de botulismo los productos envasados de carne, pescado (principalmente ahumados) y frutas en conserva, de ahí la importancia de evitar el consumo del contenido de frascos fermentados o de latas que se encuentren hinchadas o con alguna deformidad, así como las que manifiesten expulsión de gas al abrir los envases. Los médicos recomiendan que además de seguir las precauciones señaladas, se refrigeren los alimentos recién cocidos en regiones de altas temperaturas, pues el enfriamiento lento propicia la descomposición por bacterias.
Estéticamente hablando, Tom Cruise y Madona son dos de las luminarias del mundo del espectáculo que pueden dar cuenta del uso de la toxina del botulismo (botox), para eliminar arrugas. Su popularidad ha sido tal que se cuentan por miles quienes la buscan anualmente en todo el mundo.

Por lo regular se inyecta para acabar temporalmente -entre 4 y 6 meses dura el efecto- con patas de gallo, líneas en la frente, marcas de entrecejo y arrugas en las comisuras de los labios, brindando total libertad para hablar y sonreír.
Los dermatólogos también han conseguido importantes beneficios al emplearla directamente en casos de hiperhidrosis (sudoración excesiva en manos, pies y axilas). No obstante, debe quedar muy claro que debe ser aplicada por un profesional, en el lugar correcto y en la dosis necesaria, pues se puede correr el riesgo de tocar un músculo equivocado, llegando a provocar parálisis facial.
La ya popular toxina botulínica no es un medicamento de libre acceso, no obstante, su uso está aprobado por la Agencia de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), entidad que certifica su efectividad en el tratamiento de otras afecciones, como mal de Parkinson o migraña.
No cabe duda que la tenacidad de la ciencia puede brindarnos importantes aportes a la salud, en muchas ocasiones gracias a eventos circunstanciales como los antes señalados; sorprendente, ¿no cree usted?
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